jueves, 10 de septiembre de 2009

Simple historia del complejo fracaso

Qué lindo cuando la realidad te confirma qué triste que es la realidad. No es un error, es una frase desconsiderada, hasta desprolija le permito -si me permite- cacofónica y no muy atractiva literariamente pero filosóficamente tiene un terrible y espiralado sentido.
Un tipo que uno no quisiera ser, se encuentra repentinamente -y gracias a un talento concreto- con una fortuna y un reconocimiento universales que lo catapultan de golpe al primer puesto en popularidad en varios países del mundo. No quisiera ser ese tipo.
De pronto la vida se le llena de vivos, de advenedizos que le sugieren una y mil tropelías, de rémoras que no contentas con comer las importantes migajas de la mesa del famoso, se paran arriba de ella hasta que un día le orinan la sopa. Pobre tipo.
Ser ídolo no ha de ser fácil.
Entonces luego de ir y venir desprolijamente por la vida y viendo que el torbellino se lo lleva puesto, el corazón del tipo se decide a parar.
-¿Y las nenas? ¿y el amor adolescente que abandoné detrás de tanta puta?-
El tipo trata de vivir una vida común y corriente pero la fama no lo deja. Se le exigen comportamientos de lord, se le supone una sabiduría y una genialidad que tal vez sólo habitaban -y no estaba nada mal- en sus pies, en sus gambas, en ese menearse y desairar a tantos rivales.
Es terrible la realidad.
Le ponen los micrófonos para que hable sobre los grandes temas nacionales y le caen encima cuando dice alguna burrada. Le construyen programas de televisión en los que el tipo se desempeña bastante bien a pesar de su verdad. Ser él no parece desentonar mucho con este nuevo lugar que la vida -a los ponchazos- parece tenerle reservado.
Entonces el político más exitoso de la nación, lo mete a gambetear fantasmas, le ofrece un traje de superhéroe y lo pone a liderar algo de lo que él algo sabe.
Y el tipo se encamina claramente hacia el fracaso llevándose la ¿ilusión?... la ¿pasión? de "miles de argentinos" para quienes sólo el futbol les recuerda a la patria; una patria chiquita y pachorrienta como un barrio o esta otra patria, la grande, la que se encolumna detrás de una bandera cada vez que hay eliminatorias. La patria que nos convierte en sociedad porque no pierden once tipos, la calle dice "perdimos", "ganamos" "que baile les dimos" y otras expresiones en primera persona del plural, raras para una sociedad tan individualista.
Es lindo que la realidad confirme una idea. Es terrible que la idea de que nuestra cultura está pauperizada, atada al "pan y circo" abusada por "informadores" y "gobernantes" que sólo saben blasfemar, sea la realildad que se confirma.
No le demos más bola al futbol. Mejor desarrollemos de una puta vez esta bendita nación.

martes, 8 de septiembre de 2009

Bienvenidos a Pelotulandia

Tengo los huevos al plato.

Y el plato rajado de tanto tenerlos.

La argentinidad requiere un manual que cambia cada cinco minutos y que nadie se toma el trabajo de imprimir. Entonces, se me ocurre una idea pelotudísima pero muy efectiva: tratar de refundar esta noble nación (dije refundar y usted leyó refundir ¿se da cuenta de cómo estamos?).

¿Alguien me puede tirar una coordenada? porque a veces siento que soy extranjero en mi tierra; polaco pongale. Y fantaseo con que un día voy a subir al colectivo y el chofer me va a saludar en polaco, y voy a escuchar conversaciones en polaco y programas de radio y tv en polaco y voy a seguir sin entender nada (más o menos como ahora). ¿Tan jodido es mantener a una sociedad mansa como la nuestra medianamente conforme?¿Tan difícil recorrer la historia sin simbronazos, con algunos pequeños objetivos comunes que nos motoricen a todos?

¿Que puede hacer un tipo común y corriente como yo para mejorar la calidad de vida más allá de esa única patria que cada uno tiene? ¿cómo hacer algo por la patria que queda más allá de la medianera digo?

¿Se imagina lo que habrá sido la lucha para fundar esta nación? tanto sable, tanta sangre, tanto debate, tanta lucha honorable, tanta idea.

Otra vez, ¿No podremos refundarla en lugar de refundirla cada seis u ocho añitos?

Se me ocurren algunos nombres para la ocasión. Por ejemplo Pelotulandia. ¿No les gusta Pelotulandia? incluso quienes viviéramos ahí si es que nos decidimos a fundarla, podríamos llamarnos Pelotulandeses (una cosita más europea, más parecida a holandeces o escoceses) y no simplemente pelotudos como ahora.

Así podríamos votar todos los líderes pelotudistas que hoy tenemos, los ultrademagogos, los populistas, los progresistas y conservadores. Habría Pelotudismo de izquierda, de derecha y de centro y uno no tendría por que saber la diferencia, después de todo, para un verdadero pelotulandés no hay nada mejor que otro pelotulandés... y si lo hace comer mierda, le miente o le roba, mejor.

¿Se imaginan al comité olímpico internacional seleccionando a Pelotulandia para las próximas olimpíadas? ¿Cómo lo ven? ¿y el mundial de futbol de Pelotulandia? ¿qué tal?. Va tomando color la cosa ¿no?. Obviamente siempre nos dirían que no pero por pelotulandeses y no por pelotudos como ahora. ¿Ven la diferencia?

En próximas entregas prometo ir desarrollando la cultura de nuestra nueva nación. Recibo adhesiones e ideas para una constitución, un sistema de gobierno y un poder judicial dignos de una pelotudocracia en desarrollo. Es más, me arriesgo a alertar: ciudadanos del mundo, una nueva voz se alza desde estas latitudes! un grito fresco que viene a empiojaros más los negocios, una nueva sociedad sumergida por decisión propia en el fracaso abre los ojos para sacudiros el polvo y sacaros los choricitos de roña de entre los dedos del pie! con fronteras abiertas a la buena voluntad y a la mala también. Asoma Pelotulandia, porque la única verdad es la irealidad!!!!!

jueves, 11 de junio de 2009

Diego en el banco. (Pero no es sobre futbol)

Diego en el banco, un lujo. ¿Qué más? el mejor jugador del momento en la cancha;.el delantero más metedor del fútbol inglés. Otro, por apodo Puppi, que tiene una enorme trayectoria en el exterior, en Italia. Y te digo que hay que ser bueno para mantenerte tanto tiempo con los tanos eh.
Podría seguir pero este no es un artículo sobre fútbol. Porque el fútbol es un negocio que le da de comer a un montón de imbéciles que se sientan cinco días por semana a hablar estupideces en cuanto canal de televisión les de aire.
Te la hago corta. Tenemos un equipo de puta madre que cotiza en varios palitos euro por nuca. Debe ser uno de los más caros del momento. Mayormente constituido por jugadores que triunfan en las ligas más reconocidas. Es verdad, no es joda.
Entonces ¿por qué juega como el joraca? ¿por qué -sabiendo que hay que guardar energías porque la altura te agita- juegan al pelotazo? Porque representan a nuestra sociedad. Están enfermos de argentinismo.
Se trata de una patología que consiste en estar en plena adolescencia política, reventándonos los granitos de pus contra el espejo de la historia!!!!!. Un mal (que por bien no viene) que hace imposible la generación de una acción efectiva; un hecho (no digo una idea porque somos talentosísimos para crear).
Si vos ves jugar a dos equipos latinoamericanos, te das cuenta que los tipos se saludan, se ayudan a levantarse, compiten sanamente. Cuando jugamos nosotros, si pueden nos afeitan las patillas de una patada. ¿Debemos pensar que todos son malos?¿qué están confabulados contra nosotros? ¿qué nos odian porque somos los mejores?. No. Debemos pensar más vale que somos un mar de potencialidades naufragando en las putas aguas de la inacción. Debemos pensar que si lo único que hacemos es buscar culpables de todo (aún de nuestras responsabilidades) estamos enfermos de impunidad y corrupción. Pero no sólo los políticos. Nuestra sociedad está herida de muerte si no cambiemos el paradigma. La creencia de que no tenemos nada que aprender, o de que nadie puede enseñarnos nada, es en realidad encerrarnos en nuestra propia ignorancia. Y la terrible consecuencia de esa ignorancia es la peor de las soberbias.
Invito a que dejemos de andar sacando pecho con los bracitos doblados y los hombros echados para atrás. Es una actitud que pretende disfrazar de musculoso, el arrogante presente de un pobre gordito.
No lo digo por Maradona, lo tomo como espejo mío, suyo y de nuestra bendita sociedad.Chau.

miércoles, 8 de abril de 2009

Basta de chitrulos y alcahuetes que orinan agua bendita!!!

A veces me pasa. Me parece que cada día me despierto en un lugar en el que la gente cambia de idioma. Entonces yo saludo con cordialidad y la gente se mira entre sí como diciendo ¿y a este nabo qué corno le pasa?, algunos me saludan sí, pero es como si te devolvieran el saludo en polaco!. Camino por la calle y me siento distinto por la simple razón de que no llevo colgado ningún auricular. Si subo al subte me espanto de ver cómo ese nuevo adminículo se la ingenia para que la gente pase varios minutos desenredando cablecitos. ¿Lo harán a propósito los fabricantes?. Y si me aburro de ver gente desarmando "galletas" me topo con los que están mandando y recibiendo mensajitos de texto o jugando con uno de los más de 40 millones de celulares que se vendieron en el país!!!.
Che, no es una crítica eh? es una observación que hago y que les pido que confirmen, nada más.
Como les contaba, a veces me pasa que situaciones elementales que se resuelven con la mera aplicación del sentido común, se vuelven trampas en las que nuestra sociedad cae una y otra vez.
Así escucho a los patriotas que se llenan la boca con consignas progresistas de boliche -lo cual no está ni digo que esté mal-. ¡¡lo malo es que declaman sobre la integración y el desarrollo del país mientras hacen la cola para comprar dólares!!!.
Digo ¿no?, por si no se nota claramente, trato de hablar de coherencia pero es imposible que haya coherencia si no hay conciencia. Después de todo ¿coherencia con qué?.
Me pudro de ver y escuchar (siempre como si hablaran en polaco, turco o chino y sin que esas lenguas tengan nada de malo obviamente) candidatos que se jactan de lo bien que harían las cosas en una actitud arrogante como quien "mea agua bendita" o diría el Señor como quién juzga a los otros implacablemente en actitudes en las que mejor les sería conservar cierta prudencia. ¿No te pasa que todos son más o menos iguales y que cuando encontrás a uno que vale la pena hay que esperar que se muera para reconocerlo porque mientras tanto los otros no le dejan gobernar?
Por qué nos tiene que pasar que el que llega al poder quiere sostenerse eternamente en él y nos termina dando clases de soberbia discurseando contrasentidos como hace nuestra presidente y como lo hicieron anteriormente otros. ¿No es llamativo?
Creo que tiene una explicación. La explicación es que votamos como el tujes. Elegimos al canchero que andaba en la ferrari a 200 justo el día que se innauguraban las multas fotográficas en la ruta 2. O al pelandrún con cara de nada que mientras era intendente de buenos aires no supo ni pudo manejar el despelote de la zona roja y -como un presagio de su accionar- llenó las plazas de corralitos!!!!
¿No será hora de que dejemos de votar rasgos y simpatías personales para votar ideas?
Y si las ideas no se presentan claramente de cara a la sociedad ¿no sería entonces hora de reclamarlas?
Esta gente inescrupulosa actúa así porque somos una sociedad débil que no reclama ni monitorea y que cada vez que descubre que los reyes magos son los padres, deja de creer... ¡en la paternidad claro!
Ánimo y equilibrio pero sobre todo un poco de coherencia y participación de nuestra parte, el futuro de los niños con el que todos cierran los discursos, nos lo agradecerá de verdad.
Ah!... para traducir al polaco clicleá acá!!!
Chau.

martes, 17 de marzo de 2009

La exquisita prudencia

El médico me dijo que en realidad mi vida era una farsa como en “The Truman Show”; que yo había sido seleccionado por mi talento y mis habilidades para este experimento cuando tenía cuatro años. Que al igual que en la historia de “El hombre que ríe” yo había sido expresamente “malformado” sólo que no en mis rasgos físicos sino en mis ideas sobre lo que era vivir.
El Doctor Medina –que así se llamaba- se sinceró conmigo dejándome desnudo de certezas, confuso de seguridades y perdido en mis ahora frágiles convicciones. Como un bailarín que, de buenas a primeras, se enredara las piernas en cada voltereta.
-Lo que hicimos con usted no fue educarlo- comenzó a explicarme.
-Usted ha sido adoctrinado para creer en una simbología que le da certezas y lo contiene en las crisis, un “sistema de valores” -le llamamos- que hace completamente previsibles sus estados de ánimo y sus sensaciones, permitiéndonos manipularlo como si fuera una herramienta-
-Todo lo que usted cree es producto de un arduo trabajo profesional que hemos desarrollado con la ayuda de la NASA, el M16 y el Mossad.- Aquí el Dr. Medina hizo una pequeña pausa, generando un suspenso y unas expectativas que llegaron a incomodarme para luego, definitivamente, anunciarme lo peor.
-García... lamento informarle que nada de lo que usted cree es cierto!-
Y no lo era. No era cierto que el bien triunfaría sobre el mal ni era cierto que el destino de la humanidad fuera perseguir la felicidad. No era verdad el poder desengrasante del nuevo Magistral ni lo era el talento de Bach, Mozart y Pichuco.
En realidad la diversión que me ofrecía todas las noches aquel programa de televisión lleno de planos de traseros y pechos con el conductor gritón y seres comunes que bailan, lloran y se denigran en la perversidad del rating por una causa justa se llamaba imbecilidad y la “pasión” por el fútbol de cada domingo, era sólo un catalizador de violencia- después de todo ¿Por qué otro motivo una persona mataría a otra luego del resultado de una contienda deportiva? ¿22 personas corriendo detrás de una pelota podían valer la vida o la muerte de alguien? Y sin embargo sí. Por menos que eso se mata y se muere!
-Pusimos a su disposición los medios de comunicación y el fútbol para entretenerlo, excitarlo hasta la euforia y deprimirlo hasta la desesperación. Lo mantuvimos “informado” de todo cuanto pasaba en el mundo sólo que ese “todo cuanto pasaba en el mundo” fue siempre una simple selección de impactos para manipular su estado de ánimo y su personalidad. Así lo convencimos de que comer verduras al vapor era sano y lo hicimos fumar hasta taparse los pulmones; lo hicimos desear y frustrarse, lo hicimos hablar de cosas que tal vez a un ser normal y libre no le interesarían. Le generamos opinión sobre minucias y lo hicimos reir con groserías y violencia.- Dicho esto el Dr. Medina me tendió la mano, giró sobre sus talones y se fue.
Me quedé llorando primero y pensando después. Era imposible pensar con una lógica distinta a la que el sistema me había inculcado. Me esforcé por buscar algo de claridad, le recé a un Dios del que empezaba a descreer y en el que nunca antes había creído. Salí a la calle y comencé a relatarle mi revelación a cuanta persona me cruzara. Extrañamente a nadie le llamaba demasiado la atención. Me miraban como si no estuviera contándoles nada nuevo. ¿Eran realmente conocidos o se trataba de agentes del régimen que seguían evaluándome? No importaba. Con el correr de los días me fui convirtiendo en lo que “los normales” llaman un hombre prudente, desapasionado, confuso y alienado, pero ¿no lo era ya? o ¿no lo había sido hasta esa mañana?.
Prendí el televisor, lavé unas hojas de acelga, dos zanahorias y un zapallito y los cociné al vapor mientras se hacía la hora; dispuse la mesa para la cena, y me senté a comer con el control remoto en la mano como todos los días. Se decidía la suerte de dos concursantes que lloraban irremediablemente porque si perdían deberían irse del programa. Las cámaras tomaban a un grupo de chicos con alguna enfermedad mental que se babeaban sin control mientras el locutor que grita auspiciaba el momento con una “promo” de no sé muy bien qué producto. Terminé de pasar el pancito por el plato y sintiéndome prudentemente libre, eructé.
No sé si producto de mi monodieta moderna, de la terrible verdad que me fuera revelada horas atrás, de la perversidad impune de las imágenes que acababa de ver, de mi propia libertad o de mi propia prudencia.
Simplemente eructé.

lunes, 23 de febrero de 2009

Visiones de una idea que tan solo pide acción

Yo soy una idea que recorre el mundo llevada por el viento, impensada por nadie pero a la vez universal, una idea sin mayor entidad que la de un clamor. Tampoco soy la creatividad absoluta. Podría decirse sí que soy una idea humilde, salida de una fuente simple. No una elaboración basada en los pensadores clásicos cuyos conceptos se reciclan en cada momento de la historia de acuerdo a la moda. Soy una noble idea de un tipo que anda suelto por el mundo cuestionando, como tantos otros, los brillos de una gloria falsa, construida en la injusticia, declamada por la esencia misma de la demagogia y tan insípida como el olvido; la gloria del mundo que aprendimos a vivir cuando nos olvidamos de buscar la verdadera gloria infinita, única e irrepetible del segundo mismo que estamos viviendo.

Como en mi relato, la trampa elíptica por la que atravesó la humanidad vuelve por su víctima y ha de cobrársela después de una maravillosa voltereta, agitando la capa en el aire en una “Verónica” que esconde como estocada final la miseria y la destrucción del planeta.

Muerte que te frotas alborotada sobre una humanidad de idiotas soberbios que –como monos- se quedan sin banana por no abrir la mano1. Muerte indigna que te acuestas con la ignorancia y le haces robustos hijos torpes y engreídos. Muerte; puta muerte que te nos vienes encima con cada niño en riesgo. Muerte, idiotez, holocausto; fin de esta simpática especie sumida en la hipocresía y la necedad por el poder de los soberbios.

He visto muchas cosas aún sin haberme movido de mi pueblo. He visto helicópteros tirando alimentos sobre Somalía, he visto metrallas y contrametrallas matando gente y lo que es peor, he visto fanáticos de las unas y de las otras, maquinarias todas de la estupidez que nos lleva a la muerte. Y tiranos y rebeldes; y señoras que vuelan por el aire para que se reivindique una causa. Y tanques de la OTAN y de la ONU hermanados en esa hedionda conjunción de olor pólvora y carne quemadas.

Debo ser una idea algo burguesa que por estar sentada en un típico living de clase media merezca el olvido en un mundo que se debate por vivir mejor de la peor manera posible. Después de todo... ¿qué puedo aportar yo a tan noble y justa empresa?¿qué poder puedo poseer sino el menospreciado poder de las ideas en un mundo pragmático?¿dónde dejé el control remoto del televisor?.

He visto el mayo francés y la liberación de Berlín, he visto a Nagasaky y a Chernobyl, he visto grandes catástrofes en los pequeños ojos de cualquier niño. No los del más pobre de los niños sino los de cualquier niño.

Y he escuchado al poderoso jugar con las palabras prometiendo desarrollo e igualdad mientras su nefasta mano compra y vende fusiles en el mercado negro de la muerte, pagando revoluciones y atentados que justifiquen su poder rector del universo.

Sé que mi fuerza ha de consistir en replicarme; en reproducirme en cabezas mediocres que solo aspiren a vivir mejor como yo lo aspiro y que coincidan en que ese mejor vivir pasa por el rescate de la paz y la armonía, la comprensión y el nutritivo intercambio entre culturas. Me haré visible sólo cuando ellos entiendan que hay que empezar por salvar a la niñez y terminar con el grotesco alarde de fuerza física tan primitivo, tan muscular y tan poco pertinente después de miles de años de pretendida evolución de la humanidad.

¿Alguien quiere una revolución en serio?¿ una cuyo sentido sea verdaderamente positivo? Yo propongo una que no se basa en medir el poder de las escopetitas sino en pensar, en acordar, en reclamar la paz por verdaderos caminos de paz. La revolución de los niños que necesitan alimento, salud y educación y no discriminatorios planes de asistencia que fortalezcan gobiernos y poderes demagógicos. Porque cada niño que así se muere es nuestro niño.

Propongo la revolución de la leche y el pan, la revolución del conocimiento y la salud entrando en millones de pequeños del mundo y logrando definitivamente lo que ningún sistema político ha podido lograr; la justicia entendida como verdadera igualdad de oportunidades independientemente de las latitudes y las patrias, conceptos mezquinos que justifican y engordan tanta desigualdad.

Algún día vi a los políticos del mundo alzando criaturas en barrios carenciados. He visto al mismo emperador abrazando a dos niñas en Nueva Orleáns después de la catástrofe y al patriarca comandante levantando bebes en La Habana. Y saben ellos que esos niños solo sirven como argumentos para aumentar su popularidad y los levantan para ofrecerles migajas; promesas y migajas. Porque los macro problemas no se resuelven con micro soluciones y después de todo... las cámaras de la CNN están por ahí registrándolo todo y quizá los niños levantados inclinen la balanza de la estadística como aislados números en este mundo cruel así que ¿para qué preocuparse por su futuro?.

¿No será acaso que la humanidad sigue pensando que para que haya un amo deben haber vasallos?¿podemos ser tan básicos como para no haber trascendido aún el rudimento lógico maniqueo de que las cosas tienen sentido por el opuesto?

Pan, libros, leche y salud. Aunque los niños no sean negocio.

Eh Norteamérica, eh Inglaterra! ¿de qué os servirán el oro y las balas cuando el fuego lo arrase todo? . Eh Al qaeda! ¿de qué os sirve que muera un solo justo más por vuestra causa justa?. Eh nuevos ricos del mundo! ¿de qué os sirve llenaros de confort si os habéis convertido en sociedades gerenciales en las que ya nadie quiere hacer el noble trabajo duro? ¿por qué abusáis así de vuestra mano de obra africana? ¿por qué la convocáis a trabajar y le escupís el rostro al final de cada jornada?¿Tan pronto olvidasteis vuestra propia hambruna?

Creo que soy una torpe idea con el control remoto del televisor en la mano, agotada en su propia utopía pero no improcedente. Una idea llena de ganas pero cansada de abusos. Una simple y terrible idea de futuro que asfixia y devuelve a la vez la esperanza. Eh ciudadano del mundo!! ¿no compartes nada de lo que digo?.

Pan, libros, leche y salud para los niños.

Conciencia, participación y acción, después de todo las grandes causas se logran con pequeños pasos. Un litro de leche, un poco de pan, un cuento a contar y una revisión médica elemental. Si no hay gobierno que pueda organizar algo tan simple como eso debe haber al menos ciudadanos del mundo dispuestos a hacerlo sin la necesidad de una orden, una imposición, una ley o una campaña publicitaria. ¿O debo pensar que las marchas contra las cumbres de los gobiernos y la globalización también buscan con avaricia y estrechez su miserable cuota de poder político?

¿Dónde estáis ahora piadosos religiosos en lugar de ayudar al prójimo verdadero que muere de hambre? ¿quizá os habéis quedado paralizados en vuestros pequeños ritos mientras los dioses se retuercen de dolor esperando vuestra acción? ¿qué ejemplo vais a seguir, el de la pompa y el boato o el de Teresa de Calcuta entregándose por cada uno de sus enfermos? ¿Y tú judío que guardas el sabbat?¿qué dirían tus patriarcas frente a la observancia de tantos ritos si tu puño se cierra a la cooperación con los distintos?¿no discriminas tu a los diferentes, no te regodeas aún en tu propia discriminación? ¿y tú musulmán vengativo, qué te diferencia del resto de la humanidad? ¿y tu hijo de buda? mata una de esas vacas que caminan entre tu pueblo y dales comida a tus niños que ningún Dios va a alzarse contra ti!.

En la cúspide de nuestra soberbia hemos concebido dioses a nuestra imagen y semejanza. Necios Dioses que parecen callarse ante la injusticia. Dioses deterministas que nos liberan de las culpas terribles y nos castigan por estupideces. Hemos concebido religiones para ocultarnos y justificar nuestro verdadero pecado de impericia humana. Todos lo hemos hecho pero te invito, profeses la fe que profeses, a dejar de lado la religión de la idiotez en la que la forma puede más que el fondo, en la que la soberbia propia puede más que la divinidad, en la que los ritos disfrazan nuestras propias miserias. ¿O es acaso que tu Dios no tiene sentido común?

Pan, libros, leche y salud para los niños porque su inocencia y su pureza agradan a tu Dios.

Sigue tu camino y tus creencias pero no olvides al otro.

Soy una idea demasiado transparente para un mundo tan rebuscado. Una piedra en el zapato de tu cabeza, una mosca que zumba cerca de tu oído. Soy una idea estúpida en un mundo en el que sólo se aceptan ideas brillantes. Nada, una pequeña idea tan cotidiana como el aseo. Una inofensiva idea que necesita imperiosamente de ti para hacerse realidad.

No tengo los micrófonos de las grandes cadenas. Su negocio es mostrar aquello que yo quiero extinguir, ojos libados por las verdes moscas sedientas del desierto, barrigas inflamadas de vacío; comandantes de 10 años armados hasta los dientes; infancias sin ilusiones, fantasmas de los niños en lugar de ángeles, llantos desconsolados por la tirana opresión y los espantos de la enfermedad. No salgo en los diarios morbosos de la tarde. No comulgo con la corporación periodística ni con el capítulo 32 de la guerra -siempre justa- del que paga. No soy una idea mercenaria pero sí una idea libertaria que busca expandirse para convertirse en realidad. A diferencia de los medios yo te lo digo: ¡necesito tu cerebro!

Pan, libros, leche y salud sin fotografías ni declaraciones ampulosas en ruedas de prensa.

Virtudes y talentos apagados, quizá alguno fuera el salvador del mundo. Quizá un famoso actor o un concertista prodigioso. Capacidades eclipsadas por bacterias. El genial científico y la bailarina, el astro del fútbol y la maestra rural sucumbiendo frente a la indiferencia del mundo. Vientres hinchados de vacío encaminados demasiado rápido hacia la muerte. Lágrimas que por valer menos que una munición se convierten rápidamente en estadística.

Hombre, mira tus manos y haz algo, lo que puedas y cuando puedas. Haz algo por ti y por tu niño. No sólo por el que come a tu mesa cada día, también por aquel que no conoces. No des limosna sino atención, habla con él, ofrécele algo de comida, escúchalo. La moneda ofende lo más profundo del alma de ese niño que se acerca a ti y que eres tú mismo ¡no lo corrompas ni lo prostituyas!. El metal frío y vanidoso no sirve de nada cuando uno tiene desgarrada el alma.

Hoy se han muerto dos mil niños en el mundo por las peores pandemias que se han conocido en la historia de esta humanidad: La negligencia y la ambición.

Soy una idea utópica, estúpida. Me tildan de reclamo inútil, hasta me culpan por mi esencia. O me responden las mismas cosas de siempre...”qué puedo hacer yo”... “y... si el gobierno no hace nada...”...”yo dono mi ropa a la iglesia”...

Soy una idea exigente pero postulo un diagnóstico y también una solución. Visto que ningún problema se soluciona sino por el principio, no pido que salvéis a todos los niños ni que robes tiempo a tus quehaceres ni que te partas de altruismo. Sólo pido un poco de tu conciencia, lo mínimo; acaso una reflexión.

Si cada uno de nosotros pensara en ese niño de la esquina, en el que rebota de auto en auto pidiendo una caricia con la excusa de mendigar monedas, ¡pidiendo comprensión y ayuda con sus manecitas sucias!. Pero el semáforo está por cambiar... cambia... cambió.

Yo sé de mí que soy una idea molesta. Sé que pensarme tal vez te de impotencia, frustración y dolor. Mátame de acción y haz lo que puedas. Lleva caramelos, abraza a un niño, dile algo distinto pero ya no le digas “no”...

Si cambio mi actitud personal hacia el sufrimiento y colaboro mínimamente con el que sufre, tal vez mi vecino haga lo propio y el vecino de mi vecino, y el de más allá. Y tal vez yo pueda cruzar océanos y cordilleras llevado por todos los vecinos de esta especie para que cambiando algo simple logremos cambiar el mundo. Ese es el verdadero poder del hombre común.

Pan, libros, leche y salud no servirían sin tu grandeza.

“Pequeño... si... tú... el que duerme dentro de cada adulto... el que sueña con una vida feliz... el que se apasiona y se ilusiona...¿cuál es tu nombre?... necesito honrarlo... ¿y cuál será tu destino sino el destino de la humanidad?...”

1 Referido a una de las pruebas de medición de inteligencia animal que se hace con monos a los que se les pone una fruta detrás de un obstáculo de modo que su mano extendida puede atravesarlo pero una vez asido el objeto les sea imposible retirarla. Si el mono no encuentra un modo creativo de obtener su premio, por más que se aferre a la fruta no podrá retirarla del aparejo. Por extensión morirá de hambre aún teniendo la solución al problema en sus manos.

jueves, 5 de febrero de 2009

Papá, papá... ¿qué es la globalización?

Corrían otros tiempos. Los “locos de la azotea” hacían de las suyas para transmitir sonidos sin ningún cable, compitiendo con la tecnología de los investigadores norteamericanos. Apellidos como Suzini o Yankelevich no parecen importar demasiado a esta altura del nuevo milenio. La batalla por la radiodifusión en la que se anotaron desde siempre Marconi, Herz y Edison entre otros era llevada a cabo por unos pibes de barrio que con improvisadas antenas de alambre pretendían transmitir señales sonoras desde una terraza con ese rigor tan porteño de llegar “hasta lo más lejos posible”.

La radiofonía tuvo a la argentina como una de sus principales protagonistas. Todavía hoy no queda claro –más allá de la historia oficial que siempre necesita "mega-eventos" que la hagan creible- quién realizó la primera transmisión. Aquí fue la ópera “Bomarzo” sobre textos del inefable Manucho Mujica Lainez desde el Teatro Colón. Más tarde, cuando el acceso a los transmisores comenzó a popularizarse, la capital federal siguió los pormenores de una de las primeras “peleas del siglo” escuchando como Firpo “El toro salvaje de las pampas” sacaba del ring a trompada limpia al gringo Dempsey desde el Madison Square Garden aunque terminara perdiendo la pelea.

Eran los albores de la comunicación de masas y ya comenzaba a latir el germen del “compre y beba” que como un símbolo del modernismo dictaría las conductas consumistas a seguir en cada desprevenido hogar que tuviera su “radioreceptor”. Porque con mayor o menor inocencia las empresas y corporaciones comerciales comprendieron rápidamente la importancia de “convivir” con sus potenciales clientes a través de jingles y promesas que despertando el deseo despertaran también la ambición.

Por remontarme a un hecho, he anclado en esta primera experiencia de comunicación masiva, aunque tal vez la candidez del episodio distraiga al lector del objetivo de este trabajo. Quizá tuviera más impacto el planteo si uno tomara como germen de la globalización el afán comercial que llevó a los Fenicios a recorrer los mares en una inagotable e inconsciente “polinización cultural”. O aquel otro hecho en el que se estampó la suela de un tosco zapatón sobre el polvo lunar en un “pequeño paso para un hombre pero un gran salto para la humanidad” que “vía satélite” compartió ni más ni menos que el 74,8 % de la población mundial.

Y por no extenderme no puedo referirme al espíritu expansionista que siempre acompañó a los más fuertes arribando a una suerte de globalización forzosa de los dominados. O al mismo Cristo (que no a la Iglesia Apostólica Romana) con sus enseñanzas sobre igualdad y el término “hermano” que parece haber aplicado por igual a sus seguidores cuanto a sus asesinos.

Algunas asociaciones de historiadores politizadas por la corta (o torpe) visión, sitúan el origen de la globalización en la caída del muro de Berlín. Utilizado como un ícono del capitalismo rescatando a una sociedad de disidentes oprimida por el régimen comunista, la imagen del muro desgarrándose atravesó el mundo, sepultando al monstruo que perdió la batalla y ensalzando al que la ganó. El episodio, sumado a la genial invención y masificación de la internet, tomó entonces visos fundacionales de un nuevo orden: un mundo sin antihéroes en el que "todo es posible para todos"; “El triunfo de la libertad” como se dio en llamar al episodio. Aunque en realidad habrá que analizar seriamente si las cosas fueron tan así.

Visualizar los hechos es diferente a visualizar los canales por los que se transmiten los hechos. La verdad, el hecho, lo ocurrido, se ve viciado por el interés de quien lo manipula como argumento, de quien lo expresa. Y si la internet es un fabuloso medio que favorece una verdadera comunicación global, no es menos cierto que detrás de cada hecho histórico están las personas, los individuos, esas singularidades únicas e irrepetibles que desde distintas plataformas y paradigmas construyen con su cotidiano accionar el mundo en el que vivimos. La realidad del mundo es la realidad de los hombres que lo componemos aquí y ahora, de modo tal que lo que una sola persona haga, repercutirá necesariamente en aquella realidad.


En la historia de la especie, está claro, ese pequeño impacto individual se ve eclipsado por los grandes acontecimientos sin que nadie parezca reparar en que estos hechos son asimismo producto de aquellas pequeñas individualidades que los avalan ya con la acción, ya con la omisión, ya con la aceptación, ya con la rebeldía.

Tal como está hoy el mundo, el círculo parece girar en este sentido: la globalización como espacio igualitario no puede ser posible sin inclusión. La inclusión no puede ser posible sin educación. La educación no puede ser posible sin políticas. Las políticas no pueden ser posibles sin estados nacionales. Los estados nacionales no pueden ser posibles sin independencia. La independencia no puede ser posible sin libertad. La libertad no puede ser posible sin igualdad. La igualdad no puede ser posible sin inclusión. Y vuelve a girar la rueda.

En el análisis fenomenológico de la globalización, se plantean oposiciones falaces, más por el temor a los cambios que por el rigor que debería caracterizarlas. Oponer las nacionalidades a la globalización es no entender el proceso. Esta deviene de aquellos y aquellos necesitan de esta. La una se nutre de los aportes diferentes de los otros, como un inmenso crisol que nos sitúa en los momentos posteriores inmediatos a la confusión del Babel Bíblico.

El vértigo de las últimas seis décadas, ha repercutido en importantes intercambios culturales a partir del desarrollo de tecnologías que han facilitado su aplicación. Esta interacción entre estados, ideologías, paradigmas, religiones y creencias ha venido acompañando el progreso humano y los cuantiosos efectos de ese roce se hacen notorios en la ampliación y no en la abolición de las cultural locales. Porque la globalización es más la expansión y el intercambio cultural que la adhesión a comportamientos y convicciones prefabricados, después de todo ¿quién podría arrogarse la capacidad de definir esos estándares?

El valor de este nuevo espacio está entonces en proceso permanente, nutriendo y nutriéndose de lo que cada persona como parte de un inconmensurable mosaico le pueda aportar. Como siempre.

“Un día la humanidad se levantó preocupada. Todos desayunaron, todos partieron hacia sus tareas, todos sabían y aprendían al mismo tiempo las mismas cosas. Solo había armonía porque todos pensaban igual. Todos trabajaban la misma cantidad de horas y tenían el mismo salario. El formato de la vida estaba estandarizado. La vida se había convertido en un hecho terriblemente predecible. Entonces uno de ellos, rebelde ante el aburrimiento, se descerrajó un tiro en la cabeza.
En los minutos siguientes se escuchó sobre la tierra una única explosión.¿Fue la individualidad o la globalización lo que terminó con la especie?