jueves, 23 de febrero de 2012

Revolución y Violencia

Ya desde pequeños, pareciera que nos vamos formando esa incoherente personalidad pacifista a la vez que revolucionaria. ¿Cómo cómo?. Paso a plantear esta duda. No tengo ánimo de otra cosa. Sólo ganas de reflexionar y compartir la reflexión y las incertidumbres que ésta pueda generar.
Varias figuras de la historia despiertan cierto grado de rechazo, simpatía o admiración. Son hombres que han logrado algo, por ejemplo la libertad de sus pueblos, pero lo han hecho a partir de esa forma de violencia que lleva implícita casi toda revolución. Guerras, batallas, emboscadas, hábiles estrategias militares han servido para lograr lo que por derecho propio corresponde a todo ser humano independientemente de la latitud y longitud en las que nazca y habite.
Ahora bien. Si uno destaca, adhiere y evoca esas libertades, obtenidas como el fin del yugo, la esclavitud, las hambrunas y la pobreza, no debe dejar de ver que está celebrando también cierta forma de violencia si bien más digerible, ya que es una violencia que “parece” venir avalada por cierta noción de justicia, independientemente de los cadáveres que se lleve puestos. Ya sea que esa justificación reivindicatoria atenúa la bestialidad o ya sea que no, los hombres justos nos convertimos a la vez en hombres violentos.
La pregunta que surge entonces es molesta, sobre todo para quienes neciamente no pueden apartarse un milímetro de sus mandatos ideológicos, de quienes en una actitud tan elemental y básica como el fanatismo, no se permiten mirar las cosas desde otro punto de vista o, al menos, cuestionar los paradigmas que los rigen ni siquiera en la intimidad de sus almohadas. Ese nuevo interrogante tan jodido es entonces ¿ qué determina el grado de “justicia” de un hecho revolucionario violento?.
Mire, me baso en que las revoluciones y contrarevoluciones, suelen cosechar muertos. Ya sean estos dos pibes caídos en una marcha, miles de ciudadanos asesinados en campos de concentración, civiles o militares de cualquier nacionalidad, de izquierda, de derecha, católicos, musulmanes, judíos, budistas, ateos, niños, mujeres o ancianos. Todos muertos a causa o consecuencia de las formas más rudimentarias de la violencia, mientras las otras, las más sutiles, las que no aparecen en los diarios, el hambre, las enfermedades y las esclavitudes varias, siguen exterminando gente.
Formas de violencia hay muchísimas, lamentables todas ellas desde luego, pero aquellas asociadas a las causas revolucionarias son de las que quiero ocuparme en este caso. Me motiva esa especie de incoherencia de celebrar hechos en los que muere mucha gente, por más reivindicatorios que estos sean.
¿Es acaso que de un modo maniqueo las sociedades juzgan víctimas y victimarios independientemente del valor supremo y equitativo -por cierto- de la vida?¿Agresores y agredidos? ¿Es que la humanidad no ha encontrado un modo más evolucionado de solucionar conflictos y sigue echando mano a la idea de que “ganar” es matar y destruir indiscriminadamente?
¿Es que tan básicos y elementales seguimos siendo después de miles de años de evolución?.
Escucho ofertas, como quien dice. Puntos de vista amplios y de los otros. Creo que así debería el hombre acceder a la verdad.
Chau.

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